jueves, 21 de febrero de 2008

¿Llego la hora de separarnos de nuestra pareja?
Una vez que la decisión de separarse esta tomada, hay una serie de cuestiones por resolver. Si la decisión se hizo de manera aislada, está la cuestión de informar a su pareja. Luego, hay que informarle a los niños. Desde ahí, la atención esta dirigida a determinar el cuidado de los niños entre los padres separados. Luego esta el problema de la vivienda, las finanzas y las obligaciones financieras. Para algunas personas, estos temas se empiezan a mezclar entre ellos, desatando entre ellos grandes consecuencias.

Debajo de todas las decisiones están asociados los sentimientos. Cada tema trae un sinnúmero de emociones, en su mayor parte oscuras y trastornantes. Las partes luchan contra la pérdida de la relación, dejando la fantasía de cómo las cosas deberían haber sido. Existe preocupación en cuanto al impacto en los niños, las relaciones padre-hijo y las dificultades económicas. Los sentimientos pueden incluir ira, resentimiento, depresión, miedo y, en algunas situaciones, euforia o felicidad. Normalmente son los sentimientos los que impulsan las decisiones. Muchas personas directa o indirectamente buscan venganza como la forma para resolver las cuestiones. Las personas también pueden tratar de tomar dediciones rápidas, las cuales sirven para disipar sus sentimientos y temores.

A raíz de la decisión de separarse, muchas personas ven a un abogado en primer lugar, tratando de preservar sus derechos y su vivienda. La decisión de separarse luego es comunicada a la otra parte por medio de una carta documento, no sólo diciendo de la separación, sino también estableciendo las exigencias y expectativas para la solución. Con la alfombra sacada debajo de ellos, la otra parte, rara vez es capaz de responder razonablemente la información que se les pide. De ahí la respuesta puede ser nada más que desahogo en su emoción, malestar, rabia, tristeza y miedo, disfrazados como una contrapropuesta a las demandas del otro. Entonces la pareja, como un buque, hace una serie de correcciones, tratando de contrarrestar las demandas, Que van de izquierda a derecha y se va haciendo más y más difícil, hasta que el problema llega a proporciones épicas, extendiéndose hasta los tribunales.

La separación es siempre una acción ilógica. Ninguna persona se compromete en una relación a largo plazo diciendo que en el tiempo, buscaran perder su amor y desarrollar la animosidad suficiente para conducir de nuevo la relación. Estos son siempre tiempos trastornantes, y cuando los trastornos manejan las decisiones, las malas dediciones son tomadas agravando aún más los problemas. Los que más sufren en el proceso son los niños. Estadísticamente, no es la distribución de los activos, la vivienda o el calendario quien determina los resultados en los niños. Es singularmente el nivel de conflicto entre los padres, en donde la mayoría determina cómo se desenvolverán sus hijos durante y después del divorcio y como van a ser sus propias relaciones íntimas adultas de ahora en adelante.